Daily Archives: 01/02/2012

Elecciones en RDC ¿Fracaso de la comunidad internacional?

¿Qué tiene el Congo que ha fascinado y fascina todavía hoy a escritores, periodistas y analistas de lo político desde el siglo XIX hasta hoy? Sin duda su trágica historia y su situación en el corazón de África hacen que este país concentre las esencias del imaginario occidental sobre el continente negro.

Y es que la historia del Congo es la del desprecio a la dignidad humana, la de la explotación y destrucción de sus recursos. Quizás la gran desgracia de ese país-continente sea su inmensa riqueza. En el siglo XIX fueron el marfil y el caucho. Después fueron el oro y la madera. Ahora, el Congo, un auténtico “escándalo geológico”, es codiciado por empresas transnacionales por la abundancia de uranio, diamantes y, sobre todo, coltán, mineral estratégico indispensable en la fabricación de teléfonos móviles, ordenadores y, más recientemente, baterías para coches eléctricos, y que financió a los diferentes grupos armados de la “guerra mundial” del Congo.

En ese país se celebraron el 28 de noviembre elecciones presidenciales y legislativas. En juego estaba la continuidad de Joseph Kabila como Jefe del Estado y la renovación del parlamento. Era de esperar que, cinco años después de las elecciones de 2006, durante los que Naciones Unidas y la comunidad internacional han apoyado financiera y logísticamente al estado congoleño, el proceso electoral fuese un gran paso adelante en la consolidación de la democracia.

Dos meses después del escrutinio, los resultados de la Presidencial siguen siendo contestados por varias organizaciones internacionales, toda la oposición y organizaciones de la sociedad civil congoleña. Los resultados de las legislativas no han sido todavía publicados y se habla ya de anulación del proceso.

Y es que, a tenor de lo que dice la prensa nacional e internacional, informes de ONGs como HRW y los informes de las misiones de observación electoral, el proceso ha quedado lejos de los estándares internacionales y de las expectativas.
Los informes de las misiones de observación electoral internacionales -Unión Europea, Carter Center-, bastante indulgentes en un primer momento, fueron muy críticos. Reconocían que los candidatos de la mayoría presidencial habían usado los recursos del estado para su campaña. Recogían parte de las múltiples denuncias de fraude, violencia e intimidación. Señalaron también que numerosos problemas logísticos habían impedido el normal transcurso del proceso en algunas zonas, algo comprensible teniendo en cuenta la orografía de ese país, pero injustificable dados los años pasados desde la última cita electoral.

Terriblemente críticos fueron los observadores nacionales (RENADHOC, Iglesia Católica…), que demostraron la madurez política de la sociedad civil de ese país.
De todos estos informes y artículos, interesa destacar varios elementos para extraer conclusiones: las reformas legislativas tendentes a favorecer a la mayoría presidencial, la aparición del fraude y la violencia y la incapacidad del Estado para gestionar por sí solo un proceso electoral.

Desde el punto de vista normativo hubo dos hechos, a mi juicio muy importantes, que atrajeron poco la atención de observadores y periodistas y que sucedieron meses antes de la convocatoria electoral. En junio de 2011 el Parlamento aprobó una nueva ley electoral. La norma se presentó como una mera reforma pero introdujo cambios importantísimos. Se sustituía ni más ni menos la elección presidencial a doble vuelta por una elección a una sola vuelta. Es esto algo del todo legal pero nada recomendable en un país tan vasto y plural como el Congo. Ninguna reacción hubo por parte de la comunidad internacional.

Por otro lado, en julio de 2010 la Commission Électorale Nationale Indépendante (CENI), tomaba el relevo de la Commission Électorale Indépendante (CEI). No se trataba de un simple cambio de nombre. La neutralidad de la CEI del padre Malu-Malu era reconocida por todos los actores políticos. La cúpula de la CENI, en cambio, está formada mayoritariamente por personas próximas a la mayoría presidencial. Eso explicaría el calendario electoral apretadísimo que impuso la CENI a sabiendas de las dificultades que implicaba y de que favorecía al Presidente.

Pero lo que más sorprende de este proceso es sin duda la aparición de un fenómeno nuevo: el fraude electoral y la corrupción. Basta leer los informes de la UE o del Carter Center para comprobar que Kabila y sus candidatos a las legislativas utilizaron ilegalmente recursos públicos para hacer campaña. De ahí la gran diferencia de medios para la campaña entre Kabila y la oposición. Ha habido también muchas denuncias de compraventa de votos y de malas prácticas por parte de agentes de la CENI. Este posible fraude ha podido verse favorecido por la opacidad, decidida a última hora por la CENI, de las operaciones de recuento.

Cierto es que, a diferencia de la cita electoral anterior, no hubo esta vez episodios graves de violencia, algo explicable porque, a diferencia de 2006, el Estado dirigido por Kabila tiene ahora el monopolio de la violencia en la mayor parte del país. La oposición no dispone de grupos armados y el ejército y la policía, fieles a Kabila, han reforzado su poder para controlar y reprimir a los opositores.

Pero especialmente remarcable ha sido la aparición en Kinshasa y en el oeste del país, favorable a la oposición, de los “kulunas”, bandas juveniles pagadas generalmente por candidatos que amedrentaban a electores o a agentes de la CENI o que incluso agredían a unos u otros. Su actuación fue testificada por observadores.

A todo esto hay que añadir que las elecciones no habrían sido posibles sin el concurso de organizaciones internacionales, algo no muy publicitado porque cuestionaría un tema importante en la política regional e internacional: la soberanía del estado congoleño.

Fraude, corrupción y “kulunapolítica” eran fenómenos ajenos a la política del Congo democrático. Para que existan son precisos recursos financieros. Ya he hablado de la riqueza de ese país. Conviene señalar también que Kabila fue muy criticado por los contratos que firmó con empresas extractoras de coltán, beneficiosos para estas últimas, onerosos para el país.

En definitiva estamos ante un estado que ha retrocedido, no solamente en los índices de desarrollo de Naciones Unidas, sino también en su calidad como democracia. Si no se actúa ahora se corre el riesgo de una nigerización del Congo, de que ese país del corazón de África se instale en la zona gris de las falsas democracias y de la cleptocracia. Y ello, de nuevo, por la desgracia de ser un país enormemente rico. La comunidad internacional, la UE especialmente, debería considerar estas elecciones como un fracaso de sus políticas.